lunes, 27 de abril de 2009

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE METALENGUAJE Y HABLA


Son muchas las ocasiones que dentro de la pragmática del lenguaje quedamos sin saber lo que nos quisieron decir, debido a que la manera como se expreso nuestro interlocutor no fue la más clara o por consiguiente fue muy ambigua, entonces surge la pregunta como una manera de aclarar el mensaje(función fática), de descubrir el contenido semanticista que en él se esconde, por consiguiente como dice Jakobson “estamos rodeados de un universo metalingüístico” , más en la época actual cuando estamos inmersos dentro de una cantidad de lenguajes que en muchas ocasiones nos dejan perplejos, ante su desconocimiento, pues bien, cuando nos referimos al estudio del lenguaje se está haciendo uso de la función metalingüística.

La función metalingüística posibilita la autorregulación de nuestras propias comunicaciones porque implica una reflexión sobre la lengua y la manera como la utilizamos, además hay que considerar que dentro de toda comunicación se establece una relación directa e indirecta con las otras funciones, cuando se indaga sobre lo que se dice entonces se evoca la fática, pero de manera directa se entra a estudiar el metalenguaje, como las diferentes posibilidades que nos brinda la comunicación, que permite expresar una realidad de diferentes maneras.

El que habla por primera vez de metalingüística es Román Jakobson en 1956, en una "disertación" presentada en la Linguistic Society of America y publicada veinte años más tarde bajo el título "Metalanguage as a Linguistic Problem"'. Según su propia confesión, Jakobson calca el término metalenguaje del lógico polaco Alfred Tarski, primero, al parecer, que encerró entre comillas los signos (palabras, expresiones) cuando eran objeto de mención (y no de uso). A su vez, la distinción:
a) Uso: los signos son nombres de las entidades (extralingüísticas) que designan (p.e.: "Necesito un bolígrafo para escribir");
b) Mención: los signos son nombres de sí mismos, etiquetas lingüísticas de entidades también lingüísticas (ej. "Bolígrafo es lo que yo he dicho") es introducida por el lógico norteamericano W.V. Quine hacia 1940 y tiene como base la teoría de la jerarquía de lenguajes propuesta por Bertrand Russell (1922) en su "Introducción" al Tractatus Logico-Philosophicus de L. Wittgenstein para evitar la paradoja semántica derivada de uno de los principios explícitos en la obra: "Lo que puede ser mostrado no puede ser dicho" . Y en este mismo marco del lenguaje en interacción inscribe weinrich sus observaciones acerca del metalenguaje: "siempre que al hablar se producen perturbaciones o dificultades en la comprensión, los interlocutores intentan aclarar por procedimientos metalingüísticos la comprensión del texto problemático" . Creemos, sin embargo, que desde este punto de vista es lícito matizar y ampliar el alcance "metalingüístico" que tanto jakobson como weinrich atribuyen a nuestro comportamiento comunicativo y esbozar una posible clasificación de la función metalingüística, que nos permita un estudio más racional de ella.

Si tomamos como ejemplo de esta disertación, la forma como hoy se expresa la juventud, vamos a encontrar en muchos de los términos utilizados por ellos un metalenguaje, que en la interacción entre iguales halla sentido, se establece esa relación entre el referente y el significado, entre el significante y el concepto, es pues la realidad misma la que va creando sus formas de definirla y, de comprenderla dentro de una dialéctica continuada, donde las lenguas van evolucionando con nuevos términos (neologismos o tecnicismos), los metalenguajes que se producen cada día como resultado de los avances científicos y las formas de llamar a nuevos objetos o referentes. Así mismo, podríamos asegurar que cada área del conocimiento tiene su propio metalenguaje, situación esta que puede verse reflejada en epistemología y en la hermenéutica, al querer esclarecer la valides teórica y conceptual de la misma ciencia. Así mismo se puede asegurar que el estudio del lenguaje tiene su propio metalenguaje. Por ejemplo:

“ ¡asesino! ”, ésta era la palabra que había leído el quiromántico sobre sus manos. ¡asesino! La noche misma parecía saberlo y el viento desolado la zumbaba en sus oídos. Los rincones desolados sabían el significado de aquella palabra de aquella acusación.
Oscar Wilde,El crimen de Lord Artur Saville,pàg 14.


“Cuando el metalenguaje aparece (explicaciones del narrador, en los ejemplos anteriores), la función metalingüística constituye un fin en sí misma y el lenguaje es fuente de conocimiento acerca del propio lenguaje. Ésta es la función metalingüística explícita (primer miembro de nuestra clasificación), la tradicionalmente estudiada, cuya "cotidianidad" es, como Weinrich sostiene, innegable. Aparece en espontáneas actividades de desambiaguación ("He dicho 'pana', no 'gana'") o de reflexión sobre terminología ("A los niños se les llama 'guachos' en La Manchuela"), en el lenguaje técnico de los profesores de lengua”

M. ROMÁN JAKOBSON, «El metalenguaje como problema lingüístico» (1956), recogido en El
marco del lenguaje. Fondo de Cultura Económica, Méjico, 1980, pp. 81-91.
BERTRAND RUSSEL, «Introducción» a L. Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus. Alianza Universidad, Madrid, 1973, pág. 27 (trad. E. Tierno Galván).

HARALD WEINRICH, «De la cotidianeidad del metalenguaje» (1976), en Lenguaje de textos. Credos, Madrid, 1981, págs. 110-139.

Metalenguaje que, por (de)fonnación profesional, no es, lógicamente, el mismo que el del pueblo llano. Cf., por otra parte, E. COSERIU, «Determinación y entorno», pág. 233: «aislada de sus contextos, la frase es otra: es nombre de la frase real e implica un traslado del lenguaje primario al "metalenguaje"» (en Teoría del lenguaje y lingüística general, Gredos, Madrid, 1978, págs. 282-323.